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  La escritura en la escuela
 
 
A mediados de Primaria, tiene lugar un acontecimiento que todos los niños afrontan con curiosidad e ilusión. El paso entre usar el lápiz y usar el bolígrafo, supone un cambio que conllevará en su rutina escolar tiempo y grandes dosis de paciencia.
 
Si hacemos memoria, es a principios de 3º de Primaria (8 años), cuando los niños y niñas dan uno de los saltos más grandes hasta la fecha: pasan de escribir en libretas u hojas de doble pauta, a escribir en libretas de líneas o de cuadros. Y lo hacen, además, acompañados de un nuevo compañero: el bolígrafo. Así pues, con el nuevo curso en pleno funcionamiento, deben aprender a utilizar un material que -a priori- no se borra, mancha las manos si no se coge correctamente, y tiene distintos colores.
 
A continuación, recogeremos algunos consejos para ayudar a los niños y niñas a acostumbrarse a utilizar el boli:
 
1 - Introducir el uso del bolígrafo progresivamente. Los niños pueden ensayar de forma paralela a su aprendizaje en el colegio. Una manera de hacerlo es animándoles a dibujar con este nuevo material. También comenzar a escribir palabras sueltas que les ayude a aproximarse a la textura que deja sobre el papel, o a ligar las letras dentro de cada palabra sin llegar a mancharse. Otra idea que poner en práctica, puede ser animarles a que nos presten su ayuda en tareas como la confección de la lista de la compra o la escritura de su nombre en los libros de texto. El hecho de que se sientan implicados en un proceso, conseguirá que a largo plazo muestren más interés por aquello que han aprendido a hacer.
 
2- Ayudarles a tomar el bolígrafo de forma correcta. Del mismo modo que aprendieron años atrás a tomar el lápiz correctamente, ocurrirá esta vez con el bolígrafo. Una posición acertada ayudará a que la caligrafía sea más legible y evite posibles conflictos de escritura a posteriori. En el caso de los archiconocidos bolígrafos Bic, la forma que tienen los mismos consigue tres puntos de agarre que transmiten estabilidad mientras escribimos.
 
3- No frustrar a los niños tras los errores de escritura. Ante la llegada del bolígrafo, un gran reto que tienen los padres y profesores es hacer saber a los niños que hay cabida para el error. Si bien es cierto que el uso de materiales correctores dependerá de cada colegio, sí que existe un denominador común en el remedio a un error de escritura con bolígrafo: será esencial utilizar una técnica para tachar la palabra de forma limpia y hacerles saber que esta -que no ha salido bien- siempre se puede repetir. Es importante que siempre sea la misma, para que durante la lectura sepan identificar aquellas palabras que, por incompletas, no deben leer.
 
4- Animarles a pasar un ejercicio “a limpio” si fuera necesario. No todos los niños son capaces de escribir bien con bolígrafo a la primera de cambio. Muchos de ellos, emplean una técnica que les ayuda a mejorar su cuidado por el detalle: “pasar a limpio” los deberes se convierte en una fórmula efectiva con la que poco a poco prestarán más atención al trabajo que están realizando bolígrafo en mano.
 
Vista la teoría, quedará pendiente la práctica: consigamos que los grandes cambios durante las distintas etapas infantiles… se conviertan en recuerdos felizmente imborrables.

Pero eso no siempre fue así
Y luego de la pizarra se utilizaban plumas de varios tipos de ave para escribir con tinta, pero las más apreciadas y comunes, eran las plumas de ganso, a las que se les afilaba la punta para que tuvieran la finura adecuada para la escritura. 

Las tintas antiguas consistían en la unión de un pigmento llamado negro de humo, cola y sustancias aromáticas. Había que mezclar con agua para luego usar. Fueron las conocidas con el nombre de tinta china. En la actualidad se utilizan para dibujos y artesanías, y se fabrican de todos los colores, con diversos tintes sintéticos que reemplazan al negro de humo. 

La tinta más durable es la que se realiza con sulfato ferroso, mezclado en agua con tanino y ácido gálico, a lo que se le añade el color (generalmente azul). 
El tipo de papel algo más poroso y tenía mayor capacidad de absorción, aunque se usaba un "secador" llamado "secante" que se pasaba sobre la tinta fresca y poder doblar o enrollar el papel inmediatamente. 
 
La pluma de ganso fue la herramienta de escritura por excelencia por unos mil años, desde la alta Edad Media hasta el siglo XVII, cuando llegó la era de la pluma fuente. Tal como su nombre lo indica, se trata de una “pluma” que lleva en sí misma su depósito de tinta, por lo que no tenemos que estar cargando con nosotros un tintero.
 
La primera referencia a dicho instrumento es del año 953, cuando el Califa de Maghreb Ma’ãd al-Mu’izz exigió una pluma que no le manchara las manos ni la ropa y, según Qadi al-Nu’man al-Tamini, su solicitud fue complacida, aunque no hay ninguna descripción del invento.
 
A comienzos del siglo XVIII, el fabricante de instrumentos real francés, Monsieur M. Bion diseñó y mostró en un libro el dibujo de una pluma fuente. Una pluma de ese diseño se encuentra en un museo de plumas en EEUU.
 
Para mediados del siglo XIX se estableció una fábrica de plumas fuentes en Birmingham, Inglaterra, basadas en el invento de la plumilla, la parte metálica que entra en contacto con el papel, por Josiah Mason. Esta fábrica dominaría el mercado mundial por varios años hasta que Lewis Waterman estableció una fábrica en New York, las famosas Waterman.
 
Resuelto el problema de la plumilla y el flujo de tinta al papel, quedaban otros dos importantes: el llenado de la tinta y la tendencia a que esta se bote en la camisa y en los dedos del que escribe. Al comienzo en todas las plumas se llenaba la tinta con un gotero, lo que era muy incómodo. Dos nombres aún conocidos en todo el mundo patentaron métodos de llenado más prácticos John Parker y Walter Scheaffer.  En relación al bote de tinta… para los que hemos tenido el placer de escribir con una pluma fuente, podemos asegurar que no se ha resuelto todavía definitivamente.
 



Un competidor importante de la pluma fuente fue el tradicional lápiz. Por Rosa Menéndez y Clara Blanco
En 1564 una fuerte tormenta derribó unos árboles cerca del poblado de Borrowdale en Inglaterra y dejó al descubierto una sustancia negra, de aspecto mineral, desconocida hasta aquel momento. Era una veta de grafito natural o plombagina: ‘plomo negro’, como se le denominó entonces por tener el mismo color gris oscuro que el plomo. Los pastores de los alrededores comenzaron a usar trozos de este material para marcar a sus ovejas, al tiempo que otros habitantes con visión comercial empezaron a partirlo en forma de bastoncillos que luego vendían en Londres bajo el nombre de ‘piedras de marcar’. Estos bastoncillos presentaban dos grandes inconvenientes: se rompían con facilidad y manchaban mucho (las manos y todo lo que tocaran). Al principio, el problema de la suciedad se resolvió enrollando un cordón a lo largo del bastoncillo de grafito, para ir quitándolo a medida que se gastaba. Después comenzaron a usarse trozos de madera con una oquedad en la que se insertaba la barra de grafito, dando comienzo así al germen de lo que más tarde sería el lápiz.
 
A mediados del siglo XVIII, el grafito (esferoidal) se usaba también para la fundición de cañones, por lo que se convirtió en un mineral estratégico, de manera que robar un trozo podía llegar a castigarse incluso con la pena de muerte. La escasez de grafito en Europa obligó a buscar soluciones alternativas a la fabricación de lápices. En 1760, Kaspar Faber, artesano de Baviera, mezcló el grafito con polvo de azufre, antimonio y resinas hasta obtener una masa que, moldeada en forma de una vara delgada y tras ser horneada, resultaba más firme que el grafito puro. Con el tiempo, se fue mejorando la calidad de estas barras de grafito al incorporarles otras sustancias tales como la arcilla.
 
Fue Nicolás Jacques Conté, químico, ingeniero, militar y pintor francés quien por encargo de Napoleón Bonaparte, en 1795 añadió por primera vez arcilla al grafito: con las cantidades adecuadas se podía modificar el grado de dureza de las minas. Cuanto más grafito se utilizaba más blando y oscuro era el trazo del lápiz.
 
La invención del lápiz también se atribuye a Josef Hardtmuth, un arquitecto austriaco que sumergía la mezcla de arcilla y polvo de grafito, una vez cocida, en un baño de cera. En 1792, Hardtmuth fundó su propia empresa en Viena. En 1812, William Monroe, un ebanista de Concord (Massachusetts), fabricó una máquina para producir tablillas semicilíndricas de madera de cedro de 16-18 cm de longitud, con una estría central, pegando las dos partes a una mina hecha con una mezcla de grafito y arcilla. Así fue como nació el lápiz tal y como lo conocemos en la actualidad.
 
Como la exclusividad del grafito la tenían los ingleses, los alemanes se vieron en la necesidad de buscar un sustituto e inventaron una mezcla de grafito, sulfuro y antimonio que funcionaba bastante bien. Y fueron los italianos Simonio y Lyndiana Bernacotti que idearon la cubierta de madera. Primero lo hicieron ahuecando un cilindro de madera de enebro pero luego lo cambiaron por la fabricación de dos medios cilindros entre los cuales se colocaba el palillo de grafito o mina como le decimos ahora, y se pegan. Finalmente, en 1858 Hymen Lipman recibió una patente por pegarle un borrador al extremo del lápiz, con lo que tenemos el lápiz moderno.
 
Por último llegamos al bolígrafo, inventado por el húngaro Ladislao Biro luego de emigrar a Argentina. La leyenda dice que Ladislao estaba harto de que su pluma fuente se dañara y le ensuciara los dedos y la camisa y le pidió a su hermano Georg que inventara una tinta más espesa, pero ésta no servía para la pluma.
Dicen que la idea del bolígrafo le vino a Ladislao cuando vio a unos niños jugando canicas en una calle con charco. Al ver pasar las canicas por el charco, vio como en el piso seco quedaba un rastro de agua arrastrada por la bolita. Así pues, ahí estaba la solución, colocar una pequeña bola en el extremo de un cilindro con tinta de tal forma que la tinta moje la bolita y ésta al girar sobre el papel, deje una estela de tinta.
 
 
Todos conocemos los partes de la pluma tradicional, las mismas que nuestros maestros nos han explicado cuando éramos colegiales de primera enseñanza. Conozcamos ahora la nomenclatura del bolígrafo.
El cuerpo: puede ser de metal o de material plástico, opaco o transparente. El capuchón: en los modelos que no son retráctiles, sirve para proteger la punta. Está provisto de un “clip”.
 
La parte mecánica: es el dispositivo de resorte que, mediante la presión de un pulsador, permite que vuelva a entrar la punta que escribe dentro del cuerpo de la lapicera (punta retráctil).
El depósito de tinta: puede ser de metal o de material plástico transparente, para que sea visible el nivel de la carga de tinta.
 
La punta de latón: retiene la esferita de acero que da el nombre a este tipo de lapicera. Hay puntas cuya esfera mide alrededor de 1 mm., para la escritura normal; otras miden algo menos (0,7 mm.), y son para escritura más fina.
 
LAS VENTAJAS EN AQUELLA ÉPOCA
Elimina los tinteros El bolígrafo tiene un depósito de tinta que, al descargarse, se cambia por otro, a diferencia de  las estilográficas, cuyo depósito se vuelve cargar. Si la esferográfica es de modelo simple» y económico, se cambia hasta la misma punta. El bolígrafo tiene, por lo común, una carga cuyo caudal de tinta alcanzaría para el trazado de una línea que se extendiera a lo largo de 2 a 3 Km.
Elimina los secantes por cuanto la tinta que en ellos se utiliza, seca inmediatamente.
Escribe con mayor velocidad porque su punta esférica se desliza sobre el papel con mayor facilidad que las puntas de las plumas comunes o de las estilográficas.
Resiste a las variaciones de la presión atmosférica sin perder tinta; por este motivo es preferible el bolígrafo, sobre todo para las personas que acostumbran viajar en avión.
 
 
 
Ladislao patentó su invento en Hungría y en Francia en 1938 pero luego vino la guerra y él y su hermano emigraron a Argentina, patentándolo de nuevo allá en 1943. El nuevo producto fue lanzado al mercado y era tan barato que no le prestaron mucha atención, tanto que se vendían como juguetes para niños.
 
Ese mismo año licenciaron su invento a la firma norteamericana Eversharp que a su vez fue adquirida por Parker Pen, que comenzó a comercializar los famosos bolígrafos Parker. También le vendió los derechos a Marcel Birch en Francia que desarrolló la marca BIC. La firma original de Ladislao Biro en Argentina terminó quebrando, no sin antes patentar el desodorante de bolita, basado en el mismo principio del bolígrafo.
 
Así, la próxima vez que vayas a escribir algo tómate un segundo y contempla el bolígrafo que vas a usar. Mira la punta, la pequeña bolita llena de tinta y piensa en la cantidad de gente que ha puesto sus ideas, sus esfuerzos y en lo que ha avanzado la ciencia desde aquellos escribas con tablillas de arcilla. Luego escribe y disfruta de este pequeño pedazo de modernidad.

Un bolígrafo o birome o esferógrafo es un instrumento de escritura. Se trata del más popular y utilizado del mundo, y se caracteriza por su punta de carga, que contiene una bola generalmente de acero o tungsteno que, en contacto con el papel, va dosificando la tinta a medida que se la hace rodar, del mismo modo que un desodorante de bola. Puede ser de punto fino o mediano. Básicamente es un tubo de plástico o metal que contiene la tinta, teniendo en un extremo la punta de escritura, que engarza una pequeña esfera o bola, de la que toma el nombre, y que sirve para regular la salida de tinta al papel de forma fluida y constante. Este tubo o "carga" (de tinta) se encuentra en el interior de un armazón que permite asirlo con comodidad. Dicho armazón puede ser de dos partes (base y tapón) o de una sola, con diversos mecanismos que sacan o retraen la punta de la carga para protegerla de golpes y evitar que manche cuando se lleva en el bolsillo. La masiva producción ha hecho que su costo sea muy bajo y lo ha convertido en el instrumento universal de escritura manual.
 
Inventado en 1938 por el inventor y periodista húngaro nacionalizado argentino Laszlo Biro, con ayuda de su hermano Gero. En Argentina el 29 de septiembre, día de su nacimiento, se conmemora el Día del Inventor. 

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La escritura en la escuela

1. Antes de usar cuaderno y lápiz se usaba:
  a) La pizarra
  b) La birome
  c) La impresora
2. Las primeras lapiceras fueron:
  a) Las biromes
  b) Con pluma metálica
  c) Con pluma de ganso
3. La mayor ventaja del lápiz sobre las lapiceras es:
  a) Se le puede hacer punta
  b) Se puede borrar lo escrito
  c) Es más barato
4. Los antiguos bancos escolares para poner el tintero tenían:
  a) Un gancho
  b) Un agujero
  c) Una repisa
5. Las lapiceras con pluma fueron sustituidas por:
  a) Las lapiceras fuente
  b) Los lápices
  c) Las biromes
 
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