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  Amalia de la Vega
 
Día del Patrimonio reconocerá la trayectoria de folclorista Amalia de la Vega en 2019
Publicado: 15.02.2019
La ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz, informó que la próxima edición del Día del Patrimonio del 5 y 6 de octubre destacará la figura de Amalia de la Vega, en el año en que se conmemora el centenario de su nacimiento. 
La edición 2019 del Día del Patrimonio, que se desarrollará los días 5 y 6 de octubre, estará centrado en la figura de Amalia de la Vega (Melo, 1919-Montevideo, 2000), “una de las principales voces folcloristas del Uruguay”, anunció este jueves 14, en rueda de prensa, la ministra Muñoz.

Pero, a diferencia de años anteriores, la 25° edición de esta tradicional fiesta uruguaya, que se realizará los próximos 5 y 6 de octubre, tendrá el desafío de generar un enfoque de “carácter más reflexivo” y presentar, además, un punto de vista académico con el que se pueda interactuar. Así lo explicó a Sala de Redacción el presidente de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, Nelson Inda. “No todo es legado material. También están las habilidades y las ideas que mediante un tema selectivo se pueden transmitir a varias generaciones”, acotó.
 
Bajo el lema “La música del Uruguay” y el sublema “100 años de Amalia de la Vega”, se presentará esta nueva versión del Día del Patrimonio en la que, según señaló Inda, se pondrá foco en la importancia de la diversidad cultural. “A través de la música se pueden hacer selecciones de armonías, así como también representar la diversidad cultural y ambiental. Amalia es un claro ejemplo de esto”, subrayó.
AMALIA DE LA VEGA
Amalia de la Vega, seudónimo de María Celia Martínez Fernández (19 de enero de 1919, Melo - 25 de agosto de 2000, Montevideo) cantante uruguaya. Se destacó como cantante clásica y popular. Cultivó un estilo muy propio y personal que, a través de las milongas, las cifras, los estilos y las vidalitas, la proyectó a los primeros planos de la fama y el reconocimiento artístico entre los cantantes uruguayos y latinoamericanos.
 
Desde su debut en radio, en las fonoplateas de Radio Carve y Radio El Espectador, acompañada al piano por la inolvidable Beba Ponce de León, Amalia de la Vega jerarquizó escenarios nacionales e internacionales, recorriendo muchas veces Argentina, Brasil y Chile acompañada por las guitarras criollas que fueron motivo, siempre, de un gran amor y devoción. Ella misma también supo tocar la guitarra de oído, musicalizando poemas de Tabaré Regules, de Fernán Silva Valdés y de Juana de Ibarbourou.
 
Grabó varios discos de 78 y de 33 r.p.m. en los sellos Sondor, Antar, Orfeo y Telefunken. El número de los simples y larga duración supera largamente el ciento, entre los que se cuentan: “Amalia la nuestra”, “Mientras fui dichosa”, “Manos ásperas”, “El lazo”, “Poetas nativistas orientales”, “Colonia del Sacramento” y “Juana de América”. En unos fue acompañada por el Mtro. Federico García Vigil, en otros por el Mtro. Walter Alfaro y, casi siempre, con las guitarras de Mario Núñez, Gualberto Freire y Antonio Bertrán.
[editar] Su pensamiento respecto a otros artistas de la época
 
Amalia manifestó, refiriéndose a los artistas que influyeron en la formación de su canto, decía: “Para mí la única voz es Gardel y lo seguirá siendo, una maravilla. En mi desvelo pongo la radio y siempre lo estoy escuchando”. Y en una expresión polémica que, tal vez, constituya, sin embargo, la mejor definición de su maravillosa forma de cantar, Amalia de la Vega agregaba: “Lo que pasa es que han habido tantos imitadores y tanta gente que canta tangos, que uno compara, y yo digo, caramba, porqué hacen esas cosas complicadas, por qué no escuchan a Gardel. Muchos dicen que su ídolo es Gardel y ¿por qué no llegan a esa sencillez?”.
[editar] Cómo era vista por otros artistas
 
De Amalia de la Vega Atahualpa Yupanqui dijo que “su voz era como el sonido que parece surgir desde las entrañas de la madre tierra con la autenticidad de los grandes artistas”.
 
Alfredo Zitarrosa que la consideraba “la número uno de todas las épocas”.
 
Yo una vez le escuché decir, muchos años después, a Mercedes Sosa, “que a ella se le criticaba porque cantaba folclore, porque eso del folclore era cuestión de empanada y vino y de bajo”.
 
Cuando se habla muchas veces del folclore, nosotros muchas veces hablamos del folclore argentino, pero el nuestro tiene señas e identidades muy profundas en el cielito, en la cifra, en el estilo y en las milongas y Amalia De La Vega cantaba en estilo, en cifra y en milonga, que es ya hablar de la música más profunda de la Banda Oriental.
 
En la escuela pública en los años 50 se difundían esos valores culturales de la nacionalidad oriental a través de las canciones interpretadas por Amalia De La Vega. Entonces, eso hay que valorarlo en Amalia de la Vega, en el género femenino la valentía y la convicción de su arte, de difundirlo y de desarrollarlo en épocas muy difíciles y con tanto talento que perdura y perdurará, sin duda, por muchísimos años. Tanto que nos lleva a decir que quizás en su personalidad encontramos el Gardel femenino, ese Gardel femenino de esta Tierra.
 
Discografía
 
* El lazo de canciones (Sondor 33016)
* Amalia la nuestra (Orfeo SULP 90589. 1975)
* Mientras fui dichosa (1975)
* Manos ásperas (Orfeo SULP 90589. 1978)
* Colonia del Sacramento (Orfeo SULP 90622)
* Juana de América (Orfeo 90628. 1980)
* Poetas nativistas orientales (Orfeo SCO 90674. 1982)
* A mi rancho
* Mate amargo (Antar, PLP 5042)
* Señora del folclore
 
Reediciones
 
* El lazo de canciones (Sondor. 1997)
 
B) A DIEZ AÑOS DE LA MUERTE DE AMALIA DE LA VEGA (Raúl Iturria)
 
Nace en Melo el 19 de abril de 1919 como María Celia Martínez Fernández, y nos deja el 24 de agosto de 2000 como “Amalia de la Vega”. Su figura - nacida para hacer historia- señala en ambas fechas una curiosa coincidencia con días emblemáticos para el folklore y la Patria, ya que su nacimiento ocurre en un aniversario del desembarco de los 33 y cierra su vida en el día del Payador siendo sepultada el 25 de agosto, día de la Independencia Nacional.
 
Siendo muy joven, en el año 1942 debuta en Radio El Espectador donde cumplirá un ciclo de 10 años, continuando su actuación radial, luego en Carve. También desde 1943 actuó en Radio El Mundo de Buenos Aires y realizó numerosas giras por el interior argentino, actuando anualmente en Mar de Plata, con el suceso que su voz y el temario elegido se merecían.
 
La voz de Amalia ha sido única, el Tenor Lírico J. L. Pomi afirma que su registro era de Mezo-soprano a Contralto. Hilario Pérez, que le acompañó durante varios años, destaca que tal vez esa voz magistral no pueda encasillarse en las categorías clásicas, por ser única. Sostiene él, que la voz de Amelia es como la voz de Gardel, inimitable y única.
 
Se integra en una buena amistad con muchos poetas, destacándose la que cultivan con Tabaré Regules, cantando Amalia muchos de sus temas e incluso, solicitándole letras nuevas sobre temas que ella quería decir. Esa simbiosis entre poeta e intérprete, cuando se da entre grandes, produce éxitos y logros importantes, recordemos al pasar la dupla Chalar y Santos Inzaurralde, y la poesía magnífica de Jaime Dávalos para tantos cantores del norte argentino.
 
Estuvo acompañada por los más importantes guitarristas de su tiempo: Fontela, Falco, Piñón, Martínez Ibarra, Chalar, de María, Larriera, Olivera, Zabaleta, Menéndez, Mario Díaz, Trías, Sadi, Nuñez, Olivera, Gualberto López, Beltrán e Hilario Pérez.
 
También tuvo acompañamiento del pianista Walter Alfaro y de la orquesta del Maestro García Vigil, así como del arpista Jorge Guracier.
 
Grabó para los sellos: Sondor, Antar, Telefunken, Orfeo, siendo los títulos más destacados: “Amalia la nuestra”, “Mientras fui dichosa”, “Manos ásperas”, “El lazo” “Poetas nativistas orientales” “Colonia del Sacramento”, “Juana de América”.
 
Su vida artística y sus actuaciones en ambas márgenes del Plata le permitieron conocer y tratar a las figuras más elevadas de la poesía, del canto y del análisis folklórico, cuyos juicios fueron siempre palmas para el historial de nuestra Amalia.
 
Pero en la vida, no basta con ser virtuoso o virtuosa en una manifestación cultural o humana, se precisa el condimento esencial de grandeza de espíritu y altura de virtudes personales. Amalia fue una señora con mayúscula, digna, humilde, franca y afable. Su figura era más bien hermosa, alta con ese grado de elegancia que da la virtud y el carácter digno. Tímida sí, no buscó primeros planos, que si los obtuvo, fue por su voz incomparable.
 
Después de un silencio de 10 años, reapareció en el “Festival Nacional de Folklore” en Durazno, durante su segunda edición.
 
Allí una noche de lluvia, pero ante una platea de diez mil personas, acompañada por Hilario Pérez y Olivera, desató el nudo de su garganta que por 10 años había sellado, y derramó los versos de Tabaré Regules: “Mate Amargo”. Y allí, fue una estrella fulgurante apareciendo en la noche, cerca del Yí. Tres veces fue interrumpida por el cerrado aplauso del público, que con esa expresión la recibió y reconsagró como la voz número uno del folklore Nacional.
 
Se le adjudicó el “Charrúa de Oro” de esa edición y el jurado fue el público.
 
Entre los mejores recuerdos de la bien llamada “Calandria Oriental”, figura la milonga “Réquiem para una Calandria”, que le compusiera Hilario Pérez, en su homenaje.
 
El 25 de agosto de 2000, en medio de profunda tristeza fueron sepultados sus restos en el cementerio del Buceo. El reconocido periodista “Guruyense”, en destacada nota publicada en el Diario El País, el 27 de agosto del mismo año, decía: “Alguna vez, cautivado por la firmeza de su canto, el gran maestro Atahualpa Yupanqui dijo sobre Amalia de la Vega que “trae el sonido que parece surgir de las entrañas de la madre tierra con la autenticidad de las grandes artistas”. Esa definición acudió ayer al recuerdo en el vuelo de los hondos afectos al darse el último adiós con aplausos en el cementerio del Buceo, a la notable intérprete y compositora del universo criollista, fallecida el viernes pasado, a los 81 años”.
 
Y continúa el articulista, diciendo: “Considerada con toda justicia como la voz nacional más esencialmente genuina del canto del pueblo -después de su maestro de siempre, Carlos Gardel, al que idolatraba- la artista compatriota nacida en el pago de Melo ingresó a su morada definitiva sin el último reconocimiento oficial que tanto mereciera, tanto en lo nacional como en el municipal”.
 
Este 24 de agosto se cumple un nuevo aniversario de su desaparición física y por ello resulta un obligado deber de la Nación, homenajear a tan grande artista y persona de bien, quien tanto aportó a la cultura popular, dentro y fuera de fronteras.
 
Por Amalia, dejo esta modesta copla con la que he querido homenajearla, con la sencillez propia de su grandeza:
 
Amalia era tan buena,
Amalia era tan santa
que Dios engarzó un canto
de oro en su garganta.
Raúl Iturria.
 
Había nacido en Melo, un 19 de enero, entre el aroma de azahares y naranjos. Comenzó sus actuaciones en 1942 en las radios "El espectador" y "Carve". Conoció el aplauso en diversos escenarios, ya fueran estos el Teatro Solís, el Luna Park o encuentros folcóricos o sociedades criollas, especialmente las de "Elías Regules". Grabó varios discos de 78 y de 33 r.p.m. en los sellos Sondor, Antar, Orfeo y Telefunken. Entre sus larga duración recordamos: "Amalia la nuestra", "Mientras fui dichosa", "Manos ásperas", "El lazo", "Poetas nativistas orientales", "Colonia del Sacramento" y "Juana de América", en el que compartimos un homenaje a nuestra entrañable poeta. En unos fue acompañada por el Mtro. Federico García Vigil, en otros por el Mtro. Walter Alfaro y, casi siempre, con las guitarras de Mario Núñez, Gualberto Freire y Antonio Bertrán.
 
En el último año de su vida, premonitoriamente, AGADU y la producción de "Entre mates y guitarras" le tributaron homenajes en el Teatro del Círculo y en la Sala Mateo Brunet del SODRE, respectivamente. A su muerte escuchamos la voz de Guruyense, del Dr. Eduardo Monteverde, de Enrique Mrak, de Ignacio Suárez, de la senadora Julia Pou, de Emib Suárez Silvera y de otros periodistas evocando su valiosa figura y su natural sencillez.
 
La dimensión de Amalia estuvo, sin lugar a dudas, en el perfecto registro de su voz y en redescubrir el valor de las pequeñas cosas.
 
Lincoln Maiztegui, el 12 de setiembre de 1999, escribió en "El Observador": "Lo tenía todo: una ancha y cálida voz de mezzosoprano, una musicalidad exquisita, una expresividad discreta y efectiva y un dominio asombroso de los recursos vocales. El ahumado cristal que anidaba en su privilegiada garganta sonaba como una copa de glass harmónica, como el golpe del badajo sobre una campana de plata, como el rumor de un manantial fluyente dentro de una gruta fresca. Era un claroscuro argentino y asombrosamente eufónico, un sonido nobilísimo, equilibrado, con la perfección de un triángulo de oro. Nadie ha sido capaz de cantar así por estas latitudes, en ningún género, y una larguísima afición a la voz humana autoriza a este cronista a opinar –discutiblemente, por supuesto- que muy pocas cantantes del mundo han alcanzado ese nivel de perfección."
 
Y esa fue Amalia de la Vega que entonó cifras, gatos, milongas, cuecas, canciones, estilos y vidalitas, esa fue Amalia, la nuestra, la "única, incomparable –como asevera Maiztegui- y en su arte de asombrosa perfección anidaba toda la frescura y la fragancia de los amaneceres camperos, el encanto de las noches de guitarra en torno al fuego, la clara poesía de la perillanura verde y soleada. En cada interpretación de Amalia de la Vega se colaba, por una misteriosa rendija del corazón, una visión del paisaje rural de la patria, hecha de campo, cielo y fronda."
 
En los últimos años recibía una pensión graciable que tramitó por iniciativa del entonces senador Dr. Luis Alberto Lacalle y que se concretó al finalizar su mandato presidencial.
 
Quienes crecimos con la belleza vocal de Amalia de la Vega y nos compenetramos de su ética por la estética, nos sentimos deudores de su legado, el que deberíamos mantener para las próximas generaciones. Lograr un C- D Room con sus canciones sería una iniciativa importante y somos conscientes que el dibujante Arotxa ya tenía pronta esa selección. Se lo debemos y nos lo debemos.
 
Mucho tendríamos por decir de esta gran señora de nuestra música, pero ante su desaparición física, el recuerdo y la invitación a volver a escucharla y solicitar sus grabaciones en nuestras radios que podrían generarle un espacio.
 
Decía José Enrique Rodó que "el sentimiento de la tradición, el culto al pasado, es una fuerza insustituible en el espíritu de los pueblos, y la veneración de las grandes personalidades en que se encarnan sus porfía, sus anhelos, sus glorias, es la forma suprema de ese culto." De ahí vamos directamente a que un homenaje justo "sea a la vez inspiración de fecundas enseñanzas y nos lleve a familiarizarnos con el mejor ejemplo de su acción y la confidencia luminosa de su espíritu."
 
Tal es el caso de nuestra Amalia. Este es momento de reflexión, de recuerdos personales que nos llevan a juegos y fogones tacuaremboenses, al acervo discográfico de nuestro padre que atesoraba las grabaciones de Amalia, al primer tema de nuestra autoría que grabó ("Colonia del Sacramento"), a la preparación del homenaje a Juana donde ella puso música a dos letras de la poetisa melense y a cuatros nuestras haciéndolo con la fidelidad que siempre mostró a nuestra música y sólo en ese marco. Es instante de rescatar momentos compartidos con humor (que lo tenía y muy fino), entre sonrisas y mates, de sus llamadas para crear un gato o una cueca con alguna palabra que le rondaba (todavía le debemos una con "alarife").
 
Amalia, vives en nuestro corazón y el último tema que te dedicamos nos permite perdurar en el vuelo espiritual que nos regalaste forjado en la vida cotidiana que hace a nuestra identidad:
 
Cuando el silencio te busca
al aire vas preguntando
adónde nació tu canto,
porqué rumbo fue asomando.
Quizás aprendió en la tarde
de los zorzales silbando
o entre las barras del día
que en soles va despuntando.
No importa saber por qué
hay mil luceros temblando
yo solo sé que te alumbran
y su luz nos va guiando.
No sé si sabré algún día
qué historia tiene tu canto,
pero en el cielo tu estrella
ha de encenderse cantando.
 
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