Desde 1994, el 5 de octubre se celebra el Día Mundial del Docente. Esta fecha fue proclamada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y el lema de este año es “Valoremos al docente, mejoremos su situación profesional”. Esto expresa la necesidad que existe de apoyar a los docentes, así como también, según establece uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, “garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa, y promover las oportunidades de aprendizaje permanente para todos”.
El rol de los docentes es fundamental para la educación de un país. De acuerdo a lo establecido en la Agenda de Educación 2030, estos profesionales deben tener “las competencias necesarias, ser contratados y remunerados de forma adecuada, recibir una buena formación, estar profesionalmente calificados, encontrarse motivados, y recibir apoyo dentro de sistemas dotados de recursos, eficaces y bien administrados”, ya que de ellos depende lograr una educación de calidad.
¿Ser docente una profesión o un oficio?
Ser maestro es un arte, una profesión y una vocación. Un arte porque cada grupo, cada niño, necesita una variación, un ajuste y una atención personal, que exige sensibilidad, flexibilidad y originalidad.
Una profesión porque debe saber quienes son los niños y cómo se desarrollan, y, además, debe saber de lecto-escritura, matemáticas, ciencias etc.. Debe conocer muchas estrategias y metodologías y tener clara su visión de mundo y su rol como maestro.
Pero, más allá de esto, tiene que tener la vocación necesaria para visualizar que su trabajo es contribuir a la formación de una personita que debe enfrentar sus propios retos y aprendizajes, que llega a la escuela con su alma, corazón, mente y espíritu dispuesto a ser lo mejor. De cada maestro depende, dentro del medio escolar, cuánto avanza, y cuándo aprende cada niño en todos los aspectos de su desarrollo: físico, intelectual y socioemocional.