Clubes de Ciencia
  NI tan brutos ni tan torpes
 
Para conocer sobre los indígenas uruguayos invitamos al Profesor Carlos Enrique Etcheverry. Antropólogo de alma, estimuló a varias generaciones de educandos en su Liceo Departamental para "rescatar todo aquello que tenemos de auténtico y que conforma el patri¬monio cultura] de la región". Etcheverry ha enseñado que esa autenticidad inserta en los valores culturales, "en sus más puras manifestaciones" expresa "un espíritu genuino como continuidad de un modo de vida que afirma nuestra presencia como pueblo".
Así vimos discípulos jóvenes apasionados al rescate de lo auténtico. Han detectado más de 2.000 sitios de interés arqueológico. Proyecto Yaguarón y anteproyecto de ley arqueológica nacional son algunos de los afanes de Paito. Y esos museos creados tienen proyección vivaz: salieron a la Plaza Independencia con una Exposición Arqueológica visitada por 10.277 personas o atendió el año pasado a 5.655 alumnos de Primaria en el Proyecto Museo en la Escuela. La exposición Juana de Ibarbourou convocó a un millar y medio de visitantes y cerca de dos mil más en cinco muestras de la misma en localidades del interior del Departamento, todo dentro de la acción municipal de Casa de Cultura.

Era una cultura de cazadores nómadas y recolectoras, con una forma de vida muy similar a la de las comunidades de la Patagonia. Los rasgos físicos también eran semejantes, altos y robustos, del tipo racial "pámpido". Participaban de la tradición cultural de la Llanura.
 
Los animales cazados eran ñandúes, venados y toda clase de roedores. Las técnicas de caza eran semejantes a las utilizadas por los Tehuelches: persecución de animales hasta rendirlos por agotamiento.
 
Recolectaban frutos y raíces silvestres, huevos de ñandú y los cogollos de las flores del ceibo.
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Vestimenta Charrúa
Vestimenta
En invierno utilizaban el típico manto patagónico, con el pelo hacia adentro, exteriormente estaba adornado con figuras geométricas.
 
También vestían el el "chillipa" o "chiripá", pieza de cuero triangular que se pasaba entre las piernas y se sujetaba a la cintura mediante una tira de cuero y el "chepí" camiseta sin mangas elaborada con piel de venado o yaguareté.
 
El tatuaje era común, tanto en la cara como el cuerpo. Usaban vinchas y penachos de plumas y brazaletes de huesos. Usaron el tembetá, práctica que abandonaron hacia el siglo XIX.
 
La imagen de la derecha es un dibujo de Joseph Pernety (francés, 1716-1796), participante de una expedición en 1763 - 1764.

Olla en Tacuarembó
En Rincón de la Laguna, Tacuarembó, se halló en el año 2.008 esta olla -probablemente utilizada para cocinar carne de ñandú- de 30 cm. de diámetro de boca y 40 de altura. La cerámica charrúa era rústica y poco variada, afín a su estilo de vida.
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Vivienda
 
Ubicaban su vivienda cerca de ríos y arroyos. En general la vivienda consistía en una estructura simple de 4 palos clavados en la tierra sobre los cuales colocaban travesaños horizontales. A los costados ataban esteras de juncos o totoras para protegerse del viento, y en épocas de frío y lluvia agregaban otras para formar un techo más bien plano.
 
Eran fáciles de armar y trasladar. A partir del siglo XVIII, con el aporte del ganado vacuno y caballar, aparecieron las tolderías, reemplazando las esteras por el cuero.
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Sociedad
 
La familia era monogámica, rara vez se separaban las parejas después de tener hijos; si no los había, ambos se consideraban libres de formar otro matrimonio. En caso de adulterio, la consecuencia eran algunos golpes que la parte ofendida aplicaba a los infractores. Es probable que algunos jefes y caciques hayan practicado la poligamia.
 
El varón pedía la hija a los padres, y si éstos lo aceptaban, la llevaba. La mujer nunca se negaba. Desde que se casan forman una nueva familia. El varón ganaba el status de adulto.
 
La mujer cuidaba el entorno de la vivienda, cocinaba, confeccionaba prendas de pieles, cerámica y recolectaba frutos. Criaban a sus hijos sin castigarlos; a las niñas enseñaban los menesteres propios de su sexo para cuando fueran mayores.
 
Al hombre le correspondía la caza, pesca, armado de toldo y fabricación de utensilios y armas: lanzas, flechas y boleadoras. Los hijos varones los acompañaban en la práctica con ellas y en las cacerías.
 
Un conjunto de viviendas conformaba la unidad mínima a cargo de un cacique. En épocas de guerra, se unían las diferentes bandas, organizadas bajo un consejo de caciques.
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Deportes.
 
Lanzamiento de boleadoras: Hacia una estaca plantada a unos 30 metros. El vencedor era que más vueltas lograba darle con la cuerda.
Carreras: De natación o pedestres. Generalmente las realizaban por placer, también había recompensas y castigos.
Lucha: A veces utilizado para dirimir conflictos. Si había diferencias personales se peleaban a puñetazos hasta que uno abandonaba poniéndose de espaldas, ya no se volvería a hablar del tema.
boleadora
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Industria lítica
 
Se destacaban en el manejo de la piedra, logrando boleadoras -que tanto impresionaron a los primeros europeos- o puntas para flechas y lanzas, tan perfectas que hacían trascender su prestigio a otras comunidades, llegando a se usadas como objetos de intercambio.
 
Fabricaban también pulidores, raspadores, morteros, hachas de mano, sierras, cuchillos, punzones, etc. La materia prima era abundante en toda la cuenca del río Uruguay, obtenían entre otros; ópalo, cuarcita, jaspe, pizarra, ágata y sílice.
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Música
Los instrumentos elegidos son piedras, huesos, caracolas, de los que hay historias de guerra.
 
Durante las batallas las mujeres tocaban estos artefactos gritando para templar emocionalmente a los combatientes. Utilizan, también, un instrumento del que sí hay bastantes datos: el llamado arco de Tacuabé.
 
Tacuabé fue por entonces tomado prisionero, entregado a franceses y llevado junto a Guyunusa, Vaimaca y Senaqué a Francia.

El arco de Tacuabé es de unos 30 centímetros de largo y tiene 7 cerdas que ofician de cuerdas, con una varita mojada en saliva se toca en forma muy similar a un violín.
 
Lo curioso de este rudimentario instrumento musical es que no se escucha a más de 20 centímetros del ejecutante.
 
El resonador es la boca y se aprieta con los dientes un lado del arco y el otro se toma con la mano para frotar las cerdas con la varita.
 
Según Pina, cuando uno toca el arco para sí mismo suena “fortísimo”, el cráneo hace de caja de resonancia, pero el que está al lado del ejecutante apenas lo percibe.
 
“El arco de Tacuabé se usaba como lo que sería ahora un instrumento de meditación. Era para conversar con los espíritus, no era música para mostrar sino hacer música para uno mismo”, aclara Joselo.
 
También reconstruyeron una especie de marimba compuesta de troncos y otra fabricada en hueso a partir de un grabado. Este se percute sentado y se dispone en el espacio como un xilofón.
 
Se pueden encontrar varios de estos instrumentos en otras regiones del Brasil y Paraguay también se han identificado varias coincidencias con instrumentos indígenas andinos.
 
La forma musical se desconoce, no se sabe si la misma era polifónica, armónica, difónica. Sólo se conoce que el ritmo era un tres por cuatro, como el vals.
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Pinturas
En la pintura rupestre generalmente se usaban uno o dos colores, incluyendo algunos negros, rojos, amarillos y ocres. Los colores también llamados pigmentos eran de origen vegetal como el carbón vegetal, de fluidos y desechos corporales como las heces, compuestos minerales como la arcilla, mezclados con un aglutinante orgánico: resina o grasa.
 
Los colores se untaban directamente con los dedos, aunque también se podía escupir la pintura sobre la roca, o se soplaban con una caña hueca finas líneas de pintura. Como lápices se usaban ramas quemadas y bolas de colorante mineral aglutinadas con resina. A veces se aprovechaban desniveles y hendiduras de la pared para dar la sensación de volumen y realismo.
 
A menudo las siluetas animales se marcaban o raspaban para generar incisiones y así producir un contorno realista y notorio en la roca.
 
La edad de las pinturas permanece en muchos sitios arqueológicos como un gran interrogante, ya que los métodos para determinarla, pueden fácilmente llevar a resultados erróneos por la contaminación del material evaluado.
 
Las técnicas de expresión conocidas en el arte rupestre uruguayo generalmente son monocromático en distintos tonos de rojo.
Así encontramos:
*Impresiones de palma de mano en positivo, tanto adultas como juveniles.
*Trazos de grosor digital.
*Trazos realizados con instrumento-pincel fino de dos tipos: rígido y flexible.
*"Grabado fino" incisión realizada con instrumento cortante agudo, se da en su tipo geométrico irregular "destructivo"
 
 
LOS GRABADOS
Los grabados se iniciaron entre los 6 a 8 mil años antes del presente, en un medioambiente muy distinto al actual. Por ello podemos ver como guanacos (hoy desaparecidos) y felinos aparecen en grandes bloques horizontales, junto a sencillos dibujos geométricos.

Por último hace unos mil doscientos años, surge un estilo de diseños esquemáticos tanto antropomorfos como zoomorfos, junto a una técnica de grabado profundo y a veces alisado. Rsto obliga a los investigadores a complejos trabajos técnicos para recuperar la información.
Algunos de esos sitios reciben ofrendas con carácter ritual.
En algunas áreas de los departamentos de Salto, Artigas y Paysandú es posible apreciar grabados.
  
LAS PINTURAS
Las pinturas están realizadas en las paredes verticales de enormes bloques de granito, que emergen como grandes monumentos en las amplias praderas onduladas del sur del Uruguay.

Se conservan aún hoy unas cuarenta de estos sitios con un grado de percepción visual aceptable. Mientras que en cerca de cien bloques, apenas se ven los restos de los que fueran importantes murales pintados. Algunas áreas de los departamentos de Flores, Florida y Durazno debieron ser en esa época, verdaderas exposiciones al aire libre.
 
Como mínimo se comenzó a pintar hace unos dos mil quinientos años antes del presente. Hubo un período posterior alrededor del año 1.200 D.C., donde se vuelve a pintar, sobe la misma base estilística de figuras geométricas. Pero ahora se utilizan complejas formas cerradas, con importante variación de los diseños internos.
 
También en ese período se ensayan varias técnicas diferentes como el uso de pinceles finos (2 a 3 mms.), la preparación de la superficie previo al diseño, manos en positivo e incluso pintura en negativo. Hay un especial cuidado en no sobreponer las pinturas, cuidándose el uso del espacio, como una referencia muy valiosa.
 
Sucede al visitar las exposiciones de Arte Indígena, la mirada se modifica. Aquellas reproducciones de los libros adquieren en el encuentro con los originales del museo una enorme emoción , objetos líticos (puntas de lanza, anzuelos, raspadores, rompecocos, morteros boleadoras, ornotolitos, zoolitos, piedras grabadas), trozos de alfarería (jarras, escudillas, pipas, abalorios,campanas antropomorfas), collares de caracoles y punzones de hueso. 

Otros aportes… • Complexión física grande • Color de piel oscuro, pero no tanto como el de sus ojos • Para la pesca usaban canoas construidas con el tronco de árboles corpulentos, como el timbó, que ahuecaban con hachas de piedras o por medio del fuego • Para la caza se valían de flechas y boleadoras, que manejaban con mucha destreza • En sus fiestas bebían la chicha, que preparaban con agua y miel silvestre • Sus señales de reunión para la guerra, la cual era muy frecuente, consistían en fogatas encendidas en la cumbre de las cuchillas y cerros
 
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